lunes, 23 de mayo de 2011

Un día pasé por ahí.

En el vacio que me he convertido, profundizo las heridas con una daga, una daga que alguna vez atravezo mi corazón.

Me encuentro bien, puedo respirar, y ahora no dejo de pensar ¡que me haces suspirar!, y que con esa grande mirada he redescubierto sensaciones que creí que jamás iba a volver a vivir.

Tal vez aún conservo vacios, que tengo que curar, provoco algunas lagrimas para darme cuenta de que aún puedo sentir, al último sonrio... pero sería demasiado pronto para decidir.

Me da gusto darme cuenta de que tuvé suerte de pasar por ahí, por donde estabas tú, y que tus ojos me miraran fijamente, cuando yo lo único que hice fue huir.

Adoro cuando me miras, suspiras y llega a mi tu perfume de lo cerca que estas.
Tomas mi mano con fuerza...
Me abrazas y conservas mi olor en tu memoria...
Besar tus labios con suavidad...
...experimentando tan profundo el sabor de tu saliva, tal si fuera un mundo irreal, al que todavia no me acostumbro, a el espacio en el que existes.

Ya no veo al rededor, trato de conservar mis pocos sentires y juntarlos en una explosión que clama tu nombre.

Gritaré un poco más fuerte, quizá pueda escucharme...

Y con tu mirada me sonries al alma, timidamente lo hago también.

Abrazame fuerte y si puedes, nunca me dejes ir.